Odontofobia ¿Miedo yo?

Odontofobia ¿Miedo yo?

Odontofobia: miedo-al-dentista

Dicen que después del temor a hablar en público, el miedo al dentista –o mejor dicho, a ir al dentista- es el que más sufre la población. Cuando este temor deja de ser cosa de broma se le conoce con el nombre de odontofobia y se estima que afecta a un 15% de la población de nuestro país. No debenos confundir fobia con ansiedad. La primera puede incidir en el desarrollo de la vida normal de quien la sufre y, por supuesto, en su salud.

Y es que la odontofobia o el temor irracional a ir al dentista tiene que ver y mucho con la salud bucal. Hay que pensar que quien padece este tipo de temor postpone la visita a su dentista hasta que no le queda más remedio con lo cual un tratamiento que podría haber sido más ligero puede llegar a convertirse en algo más mucho más serio.

Quien padece una fobia severa sabe que se enfrenta a un pánico que le pueden produce cambios fisiológicos diversos. Un estudio llevado a cabo entre pacientes cubanos –y recordemos que la odontología cubana goza de muy buena reputación- se detectaron alteraciones que iban desde el aumento de la presión arterial, la glucosa y la coagulación sanguínea, hasta afecciones en el sistema inmunológico y afectaciones faciales como la dilatación de las pupilas. En fin, que la odontofobia, para quien la padece, no es una cuestión menor.

¿Por qué ese miedo irracional? Bueno, pensemos en que la idea de la visita al dentista se asocia con mucha falicidad al dolor. Y es que el “dolor de muelas” ha sido, siempre, uno de los más insufribles a lo largo de la historia. Y si a esto añadimos el imaginario colectivo a base de imágenes de extracciones con tenazas o de las salas de barbero muy parecidas a las salas de tortura… tendremos el cóctel perfecto. Porque, de no ser que hayamos sufrido una experiencia traumática de pequeños, el miedo al dentista solo se explica desde la tradición y la cultura. De hecho hay encuestas en las que los afectados por esta fobia reconocen que lo que más les angustia son los olores, los sonidos de los aparatos, el propio insntrumental y las agujas. Pues bueno, todo esto ha cambiado, y mucho. Por eso esta fobia es más frecuente en adultos que en niños. A los más pequeños los acostumbramos a visitar a su odontólogo con asiduidad de modo que cuando acuden a la consulta lo ven como algo normal. A los mayores hay que decirles que un modo de superar sus miedos es enfrentarse a ellos y que, por tanto, cuanto más frecuentes sean sus visitas más posibilidades de superarlo. Este es uno de los consejos para hacer frente a ese temor: convertir en un hábito las visitas al dentista. Si lees esto y eres de los que sufren este miedo piensa en lo siguiente:

  • los tratamientos odontológicos actuales nada tienen que ver con los de antaño. Hoy se trabaja con ausencia casi total de dolor.
  • La tecnología es, también, cada vez más precisa y, por tanto, más indolora.
  • Las clínicas dentales modernas disponen de un entorno favorable y salas de espera pensadas para relajar al paciente.
  • El odontólogo está preparado para enfrentarse a este tipo de casos. No se trata de un tipo capaz de aplicar un tratamiento y ya está. Hay que pensar en él como una persona con una gran formación médica y una clara vocación: sabe cómo tratar a sus pacientes.

Con todo, hay una serie de pautas que aquizás no te vengan mal si se aproxima tu cita con tu dentista y ya te empiezan a sudar las manos:

  • Evita los productos excitantes
  • Acude descansado: procura dormir bien la noche anterior
  • Llévate tu propia música o tu lectura favorita: se trata de mantenerse relajado enla sala de espera
  • No llegues con el tiempo justo: eso solo te genera ansiedad. Tómate un poco de tiempo para relajarte.
  • Si crees que eres de los que necesitan que los apunten con un arma para ir a la consulta, pregunta a tu odontólogo y a tu médico de cabecerea: quizás puedan recetarte un ansiolítico o relajante.

Y, sobre todo, piensa que postponer la visita no te beneficia: todo lo contrario. Así que: ánimo valiente!!!


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